¿No ves que es la palabra mágica que conjura el dolor a mi pecho?
¿No sientes que estoy sola y muriendo por dentro?
Esas cosas que pasan:
Ella, que siempre me ha odiado, de repente me entiende y me da su mano amiga.
Él, siempre ausente y presente, sigue pareciéndome un ser muy pequeño cada vez que esa palabra me lastima.
Ellos, siempre haciéndome dar cuenta de lo inconforme y feliz que estoy con mi vida; aunque Él borre de manera tan efectiva la incertidumbre.
Aquel, siempre estando ahí y doliéndome por el tiempo perdido.
Aquella existiendo con la posibilidad de una vida mejor.
Yo con el pecho hinchado de dolor; yo, con la terquedad de nunca olvidar; yo, con mi placebo fantasma. Yo, yo, yo. Aunque se trate de mi, nunca se trata de mi. Siempre se trata del efecto de alguien más en mi. Siempre es gente que me duele, siempre es dolor. Nunca hablo de mi felicidad, del bello momento en el parque o del sabroso pastel que horneamos ayer.
Ahora sé que está mal conmigo: amo el sufrimiento. Odio ver a otras personas sufrir, así que soy masoquista. Cuando algo me duele, me da lo mismo. Cuando no hay motivos, lo busco. Cuando todo está bien, lo invento.
(Ella descubriendo mis secretos)
(Aquel recordándome los viejos tiempos)
Todos colgados de cabeza en un inmenso tablero de ajedrez en un techo y yo decido con quienes jugar. Elijo jugar con todos. Aunque sólo sea por hacerme doler un poco más.
Y todo eso siempre se pasa,
ResponderEliminaraunque al principio no lo parezca :)